El sector pesquero fortaleció su producción gracias a la apertura comercial y la introducción de nuevas tecnologías.
Luego de que en 1949 se instalara la primera planta procesadora de atún –Inepaca– en Manta, la flota de pequeñas embarcaciones y varios sistemas de captura empezaron a implementarse en el país. Sin embargo, el auge de la producción y exportación atunera en el país, se remonta a la década del 90, gracias a la gestión empresarial y al avance tecnológico que lograron mejorar la eficiencia de captura y acceder a nuevos mercados de una manera privilegiada.
La introducción de la red de cerco, dispositivos agregadores de peces, rastreos satelitales, nuevas técnicas de procesamiento y modernas presentaciones de empaque, estimularon el crecimiento de las industrias instaladas en Manta y Posorja, que luego abrieron paso a otras empresas pesqueras.
En esa década, el sector privado tuvo un rol muy activo en la negociación para lograr las preferencias arancelarias con Estados Unidos (ATPDEA) y con Europa a través del Sistema Generalizado de Preferencias; así como la adopción, por parte del Gobierno, de las medidas de ordenamiento pesquero regional, a través de la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT).
Gustavo Núñez, presidente de Asiservy, recuerda que en 1995 su empresa se inició en el segmento de la pesca blanca y dos años después incursionó en el procesamiento de atún, instalando nuevas plantas e incrementado la mano de obra. Por ello, considera que su compañía pertenece a “la segunda generación del desarrollo atunero ecuatoriano”.
El empresario indica que en 1997 la compañía exportaba 187 mil toneladas de atún con aproximadamente 450 mil dólares, mientras que en 2014 llegó a registrar en sus exportaciones alrededor de 62 millones de dólares.
Actualmente Asiservy genera valor agregado, con conservas de atún con quinua o de mote con atún, incursionando en el mercado de Chile, Colombia y República Checa.
Iván Prieto, consultor externo, menciona que otro aspecto a destacar ha sido el espíritu de emprendimiento y la toma de riesgos de los empresarios ecuatorianos, que fueron esenciales para la rápida expansión de las capturas y exportaciones.
El sector pesquero generó una provisión a las industrias que requerían de un encadenamiento productivo, que van desde la venta de redes hasta la industria comercializadora de cartones o de latas de atún. “Hoy en día la industria pesquera ecuatoriana ha logrado diferenciarse entre otros países atuneros por su eficiencia. En el caso de Perú, ellos no han podido desarrollar una industria atunera a pesar de que tienen especies muy importantes que pasan por sus costas”, comenta.
Para llegar a ser uno de los principales países exportadores de atún, Rafael Trujillo, director ejecutivo de la Cámara Nacional de Pesquería, explica que no ha existido una planificación metódica sino que en muchas ocasiones se ha trabajado de una manera reactiva. “El sector ha hecho camino al andar, atendiendo emergencias de condiciones climatológicas y laborando con esfuerzo”, afirma.
Gracias a su visión comercial, el sector pesquero privado participó en la consecución de los beneficios arancelarios en Estados Unidos y Europa.