Del cultivo de banano dependen millones de personas en todo el mundo, muchas de estas mujeres. Las mujeres son clave en la producción de esta fruta, sin embargo, para cientos de miles el trabajar en plantaciones de cultivo puede significar enfrentar constante inestabilidad, inequidad y discriminación.
En Latinoamérica las mujeres representan cerca del 7% de la fuerza de trabajo. Usualmente son contratadas a través de contratos a corto plazo que ofrecen poca estabilidad debido a que muchos empleadores perciben a las mujeres como de «alto costo y alto riesgo». Incluso en algunos países las mujeres deben presentar certificados que demuestren que no están embarazadas o someterse a pruebas de embarazo antes de empezar a trabajar.
Además, existen casos en donde las mujeres son obligadas a trabajar hasta 14 horas al día sin pagos adicionales y muchas veces sin la libertad de organizarse y sus derechos no son respetados.
Las mujeres son despedidas por quedar embarazadas, no tienen derechos ante o post natales y el uso de agroquímicos tóxicos las pone en alto riesgo a las mujeres embarazadas y madres lactantes con graves impactos negativos para sus hijos.
También, por creencias culturales las mujeres son restringidas a tareas de empaque o similares. No se capacitan como los hombres para trabajos más calificados y mejores pagos. Esto provoca que las mujeres ganen menos que los hombres.
Otro problema es el acoso sexual que sufren en el trabajo. Acción que muchas veces es justificada y normalizada como algo parte de la cultura.
